Hasta hace unos 50 años, muchos edificios solían construirse sin sótanos debido a las dificultades que la excavación y construcción bajo rasante suponían para las técnicas de la época. La ausencia de dificultadas para aparcar, o el propio estilo de vida, hacía que fueran innecesarios estos sótanos.

Con el paso del tiempo, las dificultades para aparcar fueron aumentando, y la sociedad desarrolló la necesidad de contar con espacios de almacenamiento que las propias viviendas existentes no eran capaces de satisfacer.

Dado que la ampliación de estos edificios antiguos en plantas sobre rasante, ya sea en superficie o en número de plantas, suele estar limitado por las ordenanzas urbanísticas, o por las propias dimensiones de la parcela en la que se asientan, queda como única opción viable la construcción de una, o varias, plantas de sótano bajo el edificio existente.

En la actualidad se trata de una operación perfectamente posible, en la que hay que seguir una serie de recomendaciones para llevar la obra a buen puerto.

En primer lugar, se trata de una obra mayor, por lo que va a ser necesaria la intervención de un técnico que redacte un proyecto y dirija las obras. Obviamente, se deberá obtener de forma previa la correspondiente licencia urbanística.

Así como las ordenanzas urbanísticas limitan la superficie y altura de los edificios sobre rasante, en plantas bajo rasante no suelen ser tan restrictivas, por lo que la construcción de al menos una planta de sótano debería ser perfectamente posible desde el punto de vista urbanística.

Para desarrollar los trabajos, será necesario contar con un estudio geotécnico del terreno que nos permita conocer sus características, su resistencia y el plano de apoyo recomendado. También nos informará si existe agua en el subsuelo, o si el terreno puede resultar agresivo para el hormigón.

La técnica a adoptar para ejecutar este nuevo sótano dependerá de diversos factores, pero básicamente consiste en recalzar la cimentación existente, para trasladar las cargas a un punto más profundo, de forma que se pueda excavar el terreno bajo el edificio sin afectar a la estabilidad del mismo.

Deberemos tener en cuenta aspectos como el tipo de estructura que hay que recalzar (muros de carga o pilares), el tipo de cimentación existente, el número de plantas del edificio existente, el nº de plantas de sótano a excavar, el estado de conservación de la estructura existente, el sistema que vamos a emplear para contener el terreno circundante, etc…También habrá que ver si la obra afectará a instalaciones enterradas, debiendo prever en ese caso su correcto desvío para que no interfieran.

Así, podremos optar desde una actuación tradicional de recalce de muros por bataches (tramos) hasta técnicas más modernas de micropilotaje. También habrá que tener en cuenta la necesidad de apuntalar el edificio sobre el que vamos a actuar mientras se desarrollan los trabajos, a fin de descargar los diferentes elementos estructurales sobre los que vamos a intervenir.

Una vez hayamos construido los elementos estructurales que trasladarán la carga del edificio por debajo del nuevo nivel del sótano, será cuando podamos comenzar con la excavación del mismo y el acondicionamiento del espacio resultante para el uso al que se quiera destinar.

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